martes, 7 de agosto de 2012

Violencia Escolar


Violencia Escolar
Entrevista realizada al Dr Carlos Antonio Peñaloza Martínez (Médico Neurólogo) por parte de un grupo de estudiantes de Comunicación Social de la Universidad de Los Andes (Tachira-Venezuela).
       Violencia es cualquier palabra, mirada, seña o acto que hiere el cuerpo, sentimientos, o propiedad de una persona. Conducta violenta sería aquel comportamiento que implica una conducta clara intencionalmente agresiva que produce daño físico a otra persona.
¿Cuál es el origen de la Violencia?
No existe una causa única que explique el comportamiento violento, pues depende de la historia personal de cada individuo y tiene una base multifactorial donde confluyen factores genéticos-hereditarios, ambientales (sociales y familiares). En ocasiones se debe a una enfermedad general o neuropsiquiátrica de base.
Esto implica que detrás de un niño violento hay un conjunto de factores que deben conocerse y abordarse simultáneamente: revisar la salud física y emocional del niño; indagar acerca de las condiciones físicas, emocionales y relacionales en el hogar, en la escuela y su medio ambiente social, económico y cultural.
¿Cuál es el perfil de un niño agresivo por motivos neurológico?
Aun cuando hay un perfil general de un niño con tendencia a la agresividad o la violencia, vale decir: intolerancia, impaciencia, impulsividad, hostilidad, egocentrismo (centrados en ellos mismos, en sus propias necesidades, necesidad de ser tomado en cuenta y respetado), preferencia de la agresión por sobre el diálogo a la hora de  solucionar diferencias, irrespeto hacia los derechos de los demás, acentuada tendencia a abusar de su fuerza, falta de empatía, dificultad para ponerse en el lugar de los demás, intolerancia a la frustración o a lidiar con obstáculos, dificultades para cumplir normas, malas relaciones con el profesorado y otras figuras de autoridad, escasa capacidad de autocrítica, ausencia de sentimiento de culpabilidad, uso del acoso a otros como una forma de obtener protagonismo, etc., no hay un perfil característico que determine que determinado niño es violento por una causa neurológica.
Si hay ciertas señales que pueden orientar acerca de la posibilidad de existir una enfermedad neurológica involucrada y por tanto, la necesidad de ser evaluado por un especialista neurólogo:
-          Presencia de antecedentes prenatales o perinatales patológicos: hemorragia durante el embarazo, consumo de alcohol o drogas por parte de la madre, traumas obstétricos, parto complicado, bajo peso al nacer.
-          Presencia de antecedentes familiares sugestivos: enfermedades neuropsiquiátricas, padres con dificultad para el aprendizaje, violencia o deserción escolar por parte de padres o hermanos, consumo de droga, alcohol o violencia en la familia.
-          Antecedentes patológicos en el niño: traumas de cráneo, traumas emocionales, hipoxia perinatal, alteraciones en su desarrollo psicomotor, dificultades en el lenguaje o en el aprendizaje.
-          Presencia de síntomas en el niño tales como: dolores de cabeza, dolores de espalda, mareos, pérdidas del conocimiento, debilidad muscular, trastornos del sueño, dificultades para concentrarse, gran inquietud e impulsividad.
Es importante además acotar que hay algunos signos de mal pronóstico que deben ser detectados en edades tempranas y que deben servir de base para proponer algún tipo de intervención preventiva en un abordaje multidisciplinario y no exclusivamente médico:
1.      Presencia de conducta disocial infantil que incluya agresividad, impulsividad y problemas en la escuela.
2.      Bajo rendimiento académico.
3.      Presencia de delincuencia familiar.
4.   Pobreza familiar, con escasos ingresos, familias excesivamente numerosas, desempleo, malas condiciones de la vivienda.
5.      Métodos de educación y crianza no apropiados con disciplina violenta, pobre supervisión, conflictos entre los padres y separación conyugal.

¿Cuáles son las causas principales de la agresión infantil?
FACTORES BIOLOGICOS (CAUSAS NEUROPSIQUIATRICAS):
-          Genética (actualmente en estudio): niños portadores de anomalías genéticas que se relacionan con cambios neuroquímicos y/o neurofisiológicos que generen reacciones conductuales desproporcionadas, comportamiento disocial o personalidad psicopática. Entre los cambios cerebrales detectados se describe: sobre estimulación de la amígdala cerebral (lugar del cerebro donde se generan los impulsos), con disminución del “freno” del lóbulo frontal y prefrontal (lugar de la empatía y del arrepentimiento).
-          Enfermedades en el niño  que puedan manifestarse clínicamente como agresividad o impulsividad que puedan tender a la violencia, entre las cuales se describe:
-          Déficit de atención con hiperactividad
-          Trastorno oposicionista desafiante
-          Traumas de cráneo
-          Trastornos de ansiedad
-          Secuelas cognitivas de antiguas enfermedades cerebrales.  
-          Alteraciones en la vida intrauterina. Ejemplo: alcoholismo o drogadicción materna durante el embarazo.
-          En el adolescente: consumo de alcohol o droga.

FACTORES AMBIENTALES (CAUSAS PSICOLOGICAS Y SOCIOFAMILIARES):
-          Aprendizaje por observación: convivencia en hogares conflictivos donde el niño tiende a imitar las actitudes de los adultos que constituyen figuras primarias o de relevancia. Acá se incluyen los programas de TV con temáticas violentas.
-          Carencias afectivas y/o socioeconómicas.
-          Hogares disfuncionales, conflictos de pareja o separación conyugal.
-          Niños con patrones de sobreprotección o de abandono.
-          Hacinamiento
-          Falta de comunicación en el hogar
-          Modelo educativo inadecuado que oscila entre la excesiva dureza y agresividad, hasta la negligencia y abandono con conductas punitivas desproporcionadas y falta de supervisión.

¿Cuáles son las consecuencias de un niño agresivo a nivel neurológico?

La principal consecuencia es el riesgo de mantener este comportamiento en la adolescencia y en la vida adulta con los problemas asociados: adicciones, personalidad disocial o antisocial, delincuencia, problemas con la justicia, homicidio y/o suicidio, prisión, conflictos laborales, maltrato a la familia, conflictos y violencia en el hogar, perversiones sexuales, etc.
También está el riesgo a mantener una enfermedad en la vida adulta que pudo haber sido atendida y tratada en la infancia. Esto incluye enfermedades neuropsiquiátricas tales como el déficit de atención con hiperactividad-impulsividad, la epilepsia, los trastornos de ansiedad, la psicosis, entre otros. 
¿Cuáles son las soluciones para con un niño agresivo?
Si la agresividad y la violencia es de origen multifactorial, entonces el abordaje es igualmente colaborativo y multidisciplinario, que involucra a los padres, docentes, médicos, las autoridades y la sociedad en general.
1.- La familia está primero. La principal respuesta a la violencia escolar esta en los padres. Con frecuencia los adultos no enseñamos a nuestros niños y jóvenes a resolver sus conflictos pacíficamente. Hay cifras que así lo indican: uno de cada cuatro hogares sufre de la violencia intrafamiliar; casi un 70% de los niños reconocen haber sido objeto de maltrato por parte de sus padres o familiares más cercanos.
2.- Acudir a los especialistas. Asesorarse con los profesionales médicos para descartar bases orgánicas de la agresividad en ese niño y emplear estrategias de tratamiento dirigidas bien sea a una causa específica (de haberla) o a mejorar áreas involucradas tales como la atención, el control de impulsos, el humor, la capacidad cognitiva, entre otros.
3.- En la escuela: hacer adaptaciones curriculares acordes a los nuevos tiempos que hoy se vive en el mundo. El qué aprenden y el cómo aprenden nuestros niños tiene efecto sobre el conocimiento y los valores, base de la convivencia. Entre las propuestas para crear modelos de educación más dinámicos, creativos, conscientes y divertidos se mencionan: utilizar lecturas que tenga como fin la reflexión, los valores y las virtudes, incentivar actividades y juegos que aporten en desarrollar correctas relaciones humanas, manejo de las emociones, canalización de inquietudes, favorecer la solidaridad y el apoyo mutuo, potencializar el apoyo de responsabilidades entre los miembros de un grupo, asumiendo un juego de roles. Crear campañas en las escuelas tales como: “la promesa de la paz”, “el mes de la amabilidad”, “el mes de la gratitud”, etc. Es preciso incursionar en las distintas áreas de la educación para la ciudadanía, fomentada desde los primeros niveles de primaria hasta niveles universitarios; por lo que se deben establecer espacios académicos para llevar a cabo actividades de convivencia en las instituciones educativas.
4.- Las autoridades y la sociedad en general: apertura de más espacios de expresión de la cultura juvenil y ocupación del tiempo libre. Los colegios abiertos, en horario extraescolar a numerosas actividades culturales, deportivas, de servicio a la comunidad, se convierten en punto de encuentro entre adultos y jóvenes y en alternativas a las calles y sus tentaciones. Incentivar los espacios de arte y recreación para los niños con la orientación y supervisión debida: ejemplo: clubes deportivos, grupos de música, orquesta, arte y pintura, juegos ecológicos, grupos de lecturas, cine-foro, teatro, aulas de conciencia, clubes de virtudes, etc.
  OTRAS PROPUESTAS:
- Enseñar a los niños a meditar y a orar, herramientas que ayudan a conocerse a si mismos, conocer sus defectos y aprender estrategias para transformar los defectos en virtudes.
- Promover tanto en las escuelas como en las comunidades proyectos encaminados a disminuir actitudes de agresividad, en donde se generen programas de valores y virtudes, facilitar herramientas prácticas del manejo de emociones primarias como la ira y el miedo, procesos de mediación que involucren actividades como: juego de roles, simulaciones, resolución de conflictos, capacidad de compromiso con el ambiente, desarrollo de autoestima y dialogo.
- Programas de capacitación y formación a padres y docentes en valores y virtudes, manejo del pensamiento positivo, resolución de conflictos, armonía familiar, etc.
- Se deben fortalecer espacios de orientación psicológica y consejos de convivencia en las comunidades e instituciones educativas que permitan canalizar la energía, seguir procesos de mediación a través de estrategias eficaces y respetuosas con todos los miembros de una comunidad.
- Establecer redes de apoyo colectivas entre instituciones y comunidades dado que el compartir experiencias desde diferentes contextos puede servir de apoyo a otras situaciones frente a la violencia escolar.
¿Qué recomendaciones daría a los padres de niños agresivos?
1-      Hacer una introspección revisión interna de ellos mismos durante el tiempo de su propia niñez, con el fin de observar cuales aspectos del comportamiento del niño le recuerdan los conflictos y carencias de su propia niñez. Esto con el fin de sanar sus propias heridas del pasado y no trasladarlas al presente en forma de agresión o sobreprotección hacia los hijos.
2-      Si tú cambias, tu hogar cambia y tus hijos cambian. Ver la dimensión del cambio positivo en el padre que ayude a que los hijos puedan ver un modelo de virtudes digno de ser copiado. Para ello, él o los padres, deben reconocer los malos hábitos en ellos mismos (incluyendo las reacciones de ira, resentimiento, conflicto y odio hacia otros) y transformarlos en valores, buenos hábitos y correctas relaciones humanas.
3-      Ampliar el enfoque. Evitar enfocarse solo en el niño como “problema” y ver la situación de un modo amplio. ¿El niño es causa de los problemas? o ¿es consecuencia de las conductas y situaciones vividas en el hogar?. Esto con el fin de hacer los correctivos oportunos.
4-      La Comunicación. Aprender como padres a comunicarnos correctamente con los demás, a solucionar diferencias mediante el diálogo y no mediante la violencia. Esto incluye la relación con nuestra pareja y con nuestros hijos. Hacer frecuentes reuniones familiares donde existan espacios de diálogo para resolver diferencias, poner claras las reglas del hogar e incentivar los valores de la familia. En estas reuniones el niño debe sentir que puede expresar libremente sus ideas, deseos y malestares.
5-      Dialogar antes de castigar. Nunca es bueno tratar de solucionar los problemas de violencia con más violencia ya que puede ser contraproducente y aumentar la ocurrencia de estas conductas violentas, pues el niño busca atención y es la manera que aprendió para obtenerla. Lo que es castigo para unos puede ser un reforzamiento para otros.
6-      Fomentar desde el ejemplo el respeto hacia todo ser vivo. Procurar actividades en familia al aire libre, que incluya paseos al parque, el campo o la montaña para apreciar la naturaleza, la cual siempre conmueve y estimula nuestras áreas sensibles como seres humanos. Hacer contacto con animales que inspiren ternura y necesidad de cuido.
7-      Interesarse realmente en las necesidades del niño. Estar dispuesto a escucharlos y orientarlos.
     8-      Dedicarle tiempo a la familia. Hacer una revisión de la calidad y cantidad del tiempo que se le está dedicando a la familia. Hacer los ajustes necesarios para que la familia sea una prioridad.
     9-      Supervisión y moderación. procurarle a su hijo un estilo de vida saludable en donde se pueda supervisar los diferentes horarios de ir a dormir, de uso de TV y computador, revisar el contenido de programación y películas a ver, moderación en la alimentación evitando el exceso de carbohidratos (dulces) y alimentos “chatarra” o sintéticos que tiende a incrementar la intranquilidad e impulsividad. Incluir actividades deportivas o relacionadas con el arte en su estilo de vida, sin llegar a un nivel extremo que genere  estrés en el niño.
10-  Acudir a los especialistas (médico, psicólogo, docente orientador) para hallar la verdadera causa de las conductas del niño y establecer un plan de acción para corregir la causa. Los medicamentos suelen ser solo parte de la solución pues serán incompletos si solo medicamos y no atendemos la situación que se viven dentro del seno familiar o en los ambientes escolares.

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