domingo, 23 de febrero de 2014

Endocracia.



ENDOCRACIA
El líder consciente 

Ensayo. Por: Carlos Antonio Peñaloza Martìnez 



           Hace varios años, mientras dormía, ya cerca del amanecer, me despertó súbitamente una palabra que iluminó mi pantalla mental y una voz interna la pronunció retumbando en mis oídos. La palabra fue: “Endocracia”.

Primera vez que la escuchaba. Se lo expresé a mi esposa y en seguida fui en busca del diccionario para conocer su significado y, ¡oh sorpresa!,  ¡esta palabra no existe en el diccionario!.

          La palabra más cercana que pudiera servir para inferir su significado es: “Democracia”, del griego demos: pueblo y kratos: autoridad, o sea, el poder en manos del pueblo. Entonces endocracia significaría: el poder en manos de nuestro interior. En otras palabras: el poder de nuestra conciencia.

Es recién ahora que cobra sentido esta palabra. Hemos pasado años viendo como, en el mundo, hemos dado poder a líderes sin pureza (sin ética, valores o virtudes), quienes utilizan el poder para satisfacer sus ambiciones personales y las de sus allegados, sirviéndose, en lugar de servir al pueblo que lo eligió. Entonces, cabría preguntarnos: ¿Cuáles son los parámetros que utilizamos para elegir a un gobernante?.

La endocracia nos recuerda que hay un poder dentro de cada uno de nosotros y dentro de cada candidato a ser líder de una comunidad, provincia o nación. Es un poder guiado por la sabiduría interior que procede de nuestra  conciencia (para la ciencia) o nuestra alma (para el creyente).   

          La endocracia implica 
trascender el viejo paradigma de elegir a un gobernante por lo meramente externo (apariencia, promesas, plan de gobierno), que, aunque importantes, solo se harán realidad si están acompañados de valores como la responsabilidad, honestidad y la rectitud. Más decadente aun es cuando elegimos a un gobernante basándonos en beneficios personales que obtendremos de ello, olvidando el bien común. Otro ejemplo, cuando elegimos solo desde la pasión emocional, que es fácilmente manipulable por una matriz emocional y mental colectiva. En estos casos, no estamos eligiendo desde nuestra consciencia (o alma), ni siquiera desde nuestro intelecto, sino desde el aspecto sombra o visceral de nuestra personalidad (egotismo).

La endocracia nos enseña a tomar conciencia y responsabilidad en la elección de un gobernante, aprender a ver más allá de las apariencias, ver el fondo tras la forma y poder reconocer el verdadero tesoro que hay en el interior del líder, sus virtudes: paz, amor, pureza de intención,, verdad (honestidad), humildad, bondad, sabiduría.

La endocracia le enseña al líder cuales son los atributos internos que debe cultivar en si mismo antes de emprender su campaña. Le lleva a encontrarse consigo mismo, con su conciencia, con su alma. Escudriñar su interior y discernir si de veras anhela servir de corazón a la humanidad a través del poder que recibirá o solo está siendo movido por su sombra, que aun no atina a iluminar. Le recuerda al líder la gran responsabilidad ante el mundo y ante Dios que esta tarea implica. Deberá tener la humildad suficiente para comprender que este poder no es suyo, sino que fluirá a través suyo, y debe utilizarlo para el servicio. Que el reconocimiento mayor no será exterior, sino interior: la satisfacción de haber cumplido la misión por la que vino a este mundo.  

Desde esta perspectiva, en el mundo de hoy hay muchos líderes con poder pero sin principios morales sólidos. Necesitamos aprender a elegir líderes con un balance entre poder y pureza (virtudes). Hoy creo que cobra vigencia y sentido la propuesta de complementar la democracia con endocracia.

El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra. Solo reconocerá las virtudes reales de un líder quien las cultive en sí mismo.

La endocracia no se limita a empoderarnos para elegir a los gobernantes locales o nacionales. Se refiere también, y sobre todo, al auto-gobierno, a ser gobernadores de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestras relaciones. Para lograr esto e incrementar nuestro poder de discernimiento al tomar nuestras decisiones, hemos de ocuparnos de nuestra propia auto-transformación, iluminando el aspecto sombra de nuestra personalidad, transformando los anti-valores (ira, odio, miedo, avaricia, codicia, egoísmo, hipocresía, apego) en valores y virtudes (paz, amor, respeto, responsabilidad, pureza de intención, honestidad, humildad, bondad, sabiduría) y logremos encarnarlos en nuestra vida.

 Queda claro que esta labor no es un suceso, sino un proceso. No se logra con un esfuerzo aislado de desearlo e imaginarlo, hay que llevarlo a la acción, personificarlo, encarnarlo. Hemos de asumir la total responsabilidad con nuestras vidas pero sin dejarnos invadir por la culpa, pues los anti-valores son, en realidad, la sombra de valores que aun no se han desarrollado. 

¿Cuál es el método a la hora de elegir a un gobernante desde la endocracia?.

Platón decía: "la virtud no se enseña sino se descubre, porque todos llevamos dentro la idea del bien". Esto implica que para decidir desde la endocracia debemos elegir desde lo más profundo de nosotros, desde nuestra consciencia, el SER interno o alma. Pero para poder hacerlo y poder apreciar tanto la luz como la sombra en un líder, es preciso ir a nuestro propio interior para hacer una toma de consciencia sincera de nosotros mismos y revisar nuestra propia luz y sombra.

Esta toma de consciencia no podemos hacerla solo desde nuestra mente, pues corremos el riesgo de engañarnos a nosotros mismos. Debemos acceder a la comprensión que implica conectar la mente con el corazón (o el hemisferio cerebral derecho - intuitivo- para el científico),  pues el corazón conoce razones que la razón no conoce. Conectar con el corazón podemos hacerlo utilizando alguna imagen o escena de nuestra vida que evoque amor tierno, como el de un padre a su hijo, y la consciencia de que nuestra decisión tendrá una definida influencia futura sobre este hijo al que amamos.

 Además, si  vamos a elegir por endocracia, debemos ir más allá del plano individual y terrenal, pues la consciencia es no local. Hemos de conectarnos con un campo de consciencia mayor, como quiera que lo entendamos. Para el científico será el campo cuántico, para el filósofo el campo de consciencia unificada, para el creyente es la Fuente Suprema (llámese DIOS, Shiva, Ala, Jehová, Cristo, Krisna, Buda, Luz, la Virgen, etc.), según sea nuestra creencia.

El método para hacer esto es muy variable. Lo ideal es adaptarse a la filosofía de vida de cada persona. No obstante, una forma simple de hacerlo (y que ilustra esta idea con un ejemplo) es la siguiente:

Nos retiramos unos momentos de la actividad cotidiana; entramos en un estado de quietud física y mental que favorezca la reflexión; evocamos el sentimiento de entrar en este campo de sabiduría que todo conecta y conoce; luego, con una actitud de reverencia, receptividad y humildad solicitamos guía y poder de discernimiento; seguidamente realizamos una auto-revisión sincera, reconociendo y aceptando  cualquier "contaminante" que descubramos en nuestra personalidad (codicia, avaricia, falsedad, hipocresía, deshonestidad, manipulación, etc.) y la entregamos al campo de consciencia mayor. Solicitamos a esta Instancia Superior que nuestros anti-valores sean transformados en las virtudes opuestas complementarias (por ejemplo: la mentira la transformamos en verdad) y, ahora, lo más importante, nos comprometemos con nosotros mismos, con nuestra familia y con esta Instancia Superior a personificar estas virtudes desde hoy en adelante en el diario vivir.

Este sistema se puede utilizar para la toma de cualquier decisión en nuestra vida incluyendo la de elegir a un gobernante. En este caso podemos ver o visualizar la imagen del líder en cuestión y escudriñarlo en nuestro propio interior. Hacernos preguntas sobre su personalidad, valores y anti-valores. Dar un suficiente espacio te tiempo para "sentir" (intuir) una respuesta, que en este caso procede de nuestro corazón (hemisferio cerebral derecho). Esta respuesta la cotejamos en seguida con nuestro razonamiento habitual (hemisferio cerebral izquierdo). Sabremos que es la decisión correcta cuando experimentamos paz en nuestra mente y alegría en nuestro corazón.

Este mismo principio debería ser utilizado por quien aspire a ser líder y se sienta motivado a servir, con la finalidad de realizar un genuino acto de constricción y una decidida auto-transformación positiva que le permita llevar a cabo correctamente su misión en la vida. Solo podrá gobernar correctamente quien sepa gobernarse a sí mismo.
 
¿Qué cualidades internas debemos observar en ese líder que es candidato a gobernar? y ¿Que cualidades deberá cultivar el candidato a liderar antes y después de ser elegido? 

1)   VIRTUDES: un líder conectado con la  fuente interior es aquel que ha logrado en su vida dar preponderancia a sus virtudes (Luz) y tener bajo control sus debilidades, vicios o errores (sombra).

2)  RESPONSABILIDAD: es la habilidad de responder, de asumir compromisos, de comprometerse con su propia auto-transformación positiva, primero, y desde allí comprometerse plenamente con su familia, una comunidad o una nación.

3)    ACCIÓN. Por sus obras los conoceréis. Hay que generar acciones para que el destino se revele.  El destino es poderoso, pero la acción es igualmente poderosa, ambos juegan un papel prominente. Es la acción la que le da forma al destino. Debemos observar que las acciones del líder tengan pureza de intención.

4)   VERDAD. Para que un líder inspire confianza en un pueblo tendrá que amar la verdad y obrar en consecuencia. La verdad nace en nuestra consciencia y es parte del tesoro interior. Observemos si el líder cultiva la humildad, la justicia y la rectitud.

5)   EQUILIBRIO. Debemos observar si el líder es ecuánime y equilibrado. Por ejemplo: Si es demasiado manso, no  le tendrán suficiente respeto, y si es demasiado fiero le tendrán miedo. Debe trabajar en equilibrio.

6)   COMPASIVO SIN SER PERMISIVO.  El gobernante debe compadecerse del dolor ajeno, de las necesidades de su pueblo, sin embargo, no debe irse al extremo del descuido siendo permisivo. Debe estar alerta a quienes le rodean, conocer su naturaleza y el motivo por el cual están  a su lado. Debemos observar si ama al pueblo y quiere servir o solo busca su propio bienestar.

7)   RESPETO. Un gobernante debe ser respetuoso y agradable en su forma de hablar y en sus ademanes. Debe rodearse de personas leales, honestas, inteligentes, verdaderas, puras de intención y rectas. Dime con quién andas y te diré quién eres. Observemos si el líder le da el respeto que merecen sus allegados pero siendo firme solicitándole el respeto que merece el pueblo que los ha elegido.

8)   AUTO-CONTROL. El gobernante debe saber cómo controlarse a sí mismo. La victoria sobre su propia sombra es  la más importante de todas las victorias.

9)   HONESTIDAD. Las personas honestas tienen eficacia en sus palabras y actos, pues los acompaña una fuerza moral. Los hombres honestos son los idóneos para ser gobernantes o administradores de justicia. No obstante, el líder debe saber que esto es extensivo a sus  aliados de confianza, quienes le van ayudar a gobernar.

10)  PUREZA. El hombre se perfecciona en la medida en que incrementa su nivel de pureza. La pureza es la base de todas las demás virtudes. La consigna de un buen gobernante debe ser: pureza en la mente y en el corazón. De esta manera habrá rectitud en su accionar para proporcionar así, la mayor suma de felicidad a su pueblo.



          Si bien el término endocracia nos pudiera parecer nuevo, nada de lo acá expresado en realidad es innovador, pues forma parte del legado de conocimiento y práctica de grandes personajes de nuestra historia y de los guías morales de la humanidad actual. El Libertador de América, Simón Bolívar, conocía bien acerca de esto y lo resumió en muy pocas palabras:

"Moral y luces son nuestras primeras necesidades".




Sus reflexiones y comentarios para enriquecer este ensayo: saludyconciencia@hotmail.com