sábado, 28 de enero de 2012

La negociación en las relaciones




      Las emociones se sienten y viven en el cuerpo. Identificar esas señales nos permite saber qué cosas nos enoja, nos frustra, nos da miedo, nos provoca estrés y, así, enfrentar de una forma distinta las situaciones de siempre

      ¿Cuántas veces, dejándote llevar por lo que sientes, te prometes una y otra vez no decirle tal o cual cosa y es lo primero que le dices cuando lo ves? O, al contrario, necesitabas decirle tantas cosas… Pero lo ves y te paralizás. Después te llenas de ira, ansiedad, tristeza. Las dos cosas duelen, las dos cosas nos alejan de nuestra seguridad, confianza y auto-control.

      Las emociones se sienten y viven en el cuerpo, están en las caricias, en las palabras, en los recuerdos. Es como una fuerza que nos indica hacia a dónde ir pero, como son nuestras, también es nuestro el manejo de su destino. Los seres humanos tenemos una capacidad única: poder poner en palabras nuestros sentimientos. Identificar esas señales nos permite saber qué cosas nos enoja, nos frustra, nos da miedo, nos provoca estrés y, así, enfrentar de una forma distinta las situaciones de siempre.

Frente a esto, tenemos dos posibilidades: el plan “A”, esperar que el otro (o la otra), si me aprecia, cambie, sepa lo que necesito y me lo de, que mi jefe me valore y me de el aumento de sueldo que merezco, que mis hijos adolescentes me traten bien, que se den cuenta que quiero lo mejor para ellos, que mi amigo o amiga esté cuando lo (la) necesito como yo estoy siempre… En este plan no me responsabilizo de mi mismo sino fluctúo y reacciono permanentemente según se me dicte en el exterior. 

O usar el plan “C”, (Conciencia), que es el que nos ubiquemos, desde un lugar proactivo, desde una conciencia mas elevada. Es el plan de tu seguridad, del auto-conocimiento, de la conciencia del SER. Si te dedicas a diario a conocerte a ti mismo (a), a tu verdadera esencia, en saber que dentro de ti están todas las virtudes originales del SER y las cultivas día a día, entonces tu nivel de conciencia se eleva. En este nuevo nivel la óptica y la forma como planteas la vida se transforma y se eleva. En este plan te responsabilizas de ti mismo.



Desde una conciencia del SER es posible la negociación. La negociación es la herramienta más poderosa que tenemos y utilizamos muchas veces sin ser conscientes durante todo el día, en el trabajo, con la familia o amigos. Podemos aprender a aprovecharla, animarnos a decir lo que sentimos en el momento justo, aunque sea con tu jefe o alguien que sientes que te paraliza.

Si somos capaces de ver al otro (a) desde su verdadera esencia, saber que detrás de su ropaje, posturas o gestos se encuentra un SER espiritual, un alma como yo, observamos que las diferencias son apariencias, que puedo trascender las apariencias mediante la transparencia (trans-apariencia) que ofrece la verdad. Esa verdad nos lleva a ser auténticos, espontáneos, genuinos y originales. Los demás nos verán como en realidad somos y la desconfianza se esfumará. Desde este nivel de conciencia de alma ya podemos poner en práctica la fórmula de una negociación eficaz, que es: “ganar-ganar”. Desde este nivel encontramos los puntos en común entre las partes y facilita el consenso, conseguir las diferentes alternativas de soluciones, abriendo la posibilidad de diálogo.

Conéctate todos los días con la fuente de todas las virtudes, con el Alma Suprema, y en su compañía te iras llenando de cualidades y virtudes como la paz, la verdad, la paciencia, la flexibilidad, entre otros, que luego, durante el día, tendrás la oportunidad de practicar en tus interacciones sociales y familiares con las demás almas. 

Desde esta conciencia superior puedes elegir el mejor momento para plantear tu punto de vista, tratando de evitar frases como “siempre lo mismo”, “no te importa nada de mí” o, una de las más famosas, “Tu saber que, al final, siempre tengo razón”. Comunicándote desde el lugar de la culpa o la ira, sin darte cuenta, generas en el otro la necesidad de defenderse, de justificarse, pero no de negociar.

* Las situaciones conflictivas se generan tanto por lo que hicimos, como por lo que no. Planteártelo desde este lugar te ayudará a reconocerte en la contribución del conflicto y, por lo tanto, en su resolución junto a la otra parte (a la par).

* Sí logras no interrumpir en la negociación, expresar lo que sientes y lo que opinás no como una verdad “absoluta”, sino como “tu verdad” y si pones atención en la palabra, en la actitud del otro, entendiendo porque el otro “dice lo que dice y hace lo que hace”, aunque no lo compartas, sí podrás enfocarte en el problema que los une y no en la conducta de la persona. Así tendrás una carta importante en mano, que es la “escucha activa”.

A lo largo de nuestra vida afrontamos infinidad de conflictos y no es porque tengamos mala suerte. Éstos forman parte del crecimiento, son nuestros exámenes en la vida, por eso, es fundamental una conciencia superior (virtuosa) a la hora de negociar. Muchas veces pasa que no es el conflicto en sí lo que nos angustia o nos duele, sino que el lugar desde el que lo interpretamos (conciencia del cuerpo) despierta en nosotros miedos e inseguridades. Pero a pesar de esto debemos salir a negociar con la vida, creyendo en nosotros. ¿Te preguntaste alguna vez desde que lugar quieres vivir tu vida?, ¿quien eres, realmente?, ¿cual es tu naturaleza original?.

Una herramienta que te ayudará a dar respuesta a estas interrogantes es la meditación y, a través de ella, la conexión intima y única entre tu (el Alma) y tu Padre-Madre espiritual (el Alma Suprema).