lunes, 13 de febrero de 2012

La espiritualidad socialmente comprometida

LA ESPIRITUALIDAD SOCIALMENTE COMPROMETIDA


“El próximo Buda no tomará la forma de una persona. El próximo Buda tomará más bien la forma de una comunidad, una comunidad que practique la comprensión y la amabilidad amorosa, una comunidad que practique una forma de vivir consciente. Puede que esto sea lo más importante que podamos hacer por la supervivencia de la tierra”. – Thich Nhat Hanh

Durante miles de años ha existido una tradición honrada por el tiempo según la cual los buscadores espirituales y los ascetas debían “subir a la montaña“ , al desierto o al bosque a escapar del bullicio y clamor de la sociedad y del mercado. Recluidos en la belleza virgen de la naturaleza, los buscadores podían encontrar la tranquilidad necesaria para sumergirse en la absorción espiritual, libres de los problemas del mundo. ¡Pero en las últimas décadas el ruido y la polución del mundo les han seguido hasta la misma montaña!.

El cielo azul prístino que adorna los monasterios de la montaña esta ahora afectado por la lluvia ácida y por el cambio climático invasor, mientras los exuberantes bosques cercanos están siendo, cada vez más, talados por las motosierras de los leñadores.

Los problemas intratables de la sociedad humana se han extendido hasta alcanzar cada rincón de la Tierra.

Así, el buscador espiritual se ve ahora obligado a bajar de la cima de la montaña y a inmiscuirse en el mundo como parte de su disciplina espiritual. La crisis de la civilización moderna ha alcanzado tales proporciones extremas que se necesita una transformación radical para que los humanos podamos sobrevivir, y no digamos prosperar, y una parte importante de la tarea del buscador espiritual es la de facilitar esta transformación.


Un patrón paralelo en el liderazgo del cambio social secular ha mantenido también su influjo desde hace tiempo: un enfoque exclusivo en la reforma social y económica a la vez de un alejamiento de las más sutiles dimensiones espirituales o filosóficas de la vida.

Destacados lideres del cambio social e instituciones han hecho grandes esfuerzos para mantenerse a distancia de cualquier afiliación religiosa o asociación espiritual. El cambio social se ha considerado como innovación cultural práctica, alimentada por la necesidad social y asentada en marcos legales, corporativos y científicos. La espiritualidad y la transformación de la conciencia se veían como irrelevantes porque implicaban valores y prácticas privados que se presumía tenían poco impacto en el pragmatismo del “mundo real”.


Pero los líderes del cambio social han descubierto que su tarea es imposible sin un profundo cambio en la consciencia y en los valores humanos.

 Los abnegados defensores de la energía solar, por ejemplo, lucharon largas y nobles batallas para apoyar el que países en desarrollo en todo el mundo adoptasen una energía solar limpia, descentralizada, en vez de la peligrosa energía nuclear y los combustibles fósiles contaminantes; sólo para descubrir que cuando sus amadas políticas fueron finalmente adoptadas por el Banco Mundial o por el FMI, éstas se usaron para instalar televisiones alimentados por energía solar en remotas sociedades indígenas tribales con el objetivo de tele-transportarles anuncios corporativos occidentales, MTV, Dinastía, y Dalas. En el transcurso de unos pocos años, el choque y asombro causados por esta invasión tecnológica diezmó el tejido social de las pocas culturas sostenibles que quedaban en la tierra. La ironía extrema era que las mismas virtudes ecológicas de la energía solar hicieron posible el encajar a Ronald McDonald en el hombre africano del campo, y el que
los éxitos de MTV comenzaran a usurpar las songlines del aborigen australiano.

La lección es simple y se da en dos sentidos: la espiritualidad sin cambio social es coja, y el cambio social sin espiritualidad es ciego.

La transformación espiritual en la ausencia de un cambio social y ecológico fundamental es en última instancia inútil, “como si se pudiese salvar el alma mientras la biosfera se desmorona”(Theodore Roszak). Y la reforma social o ecológica en la ausencia de un despertar espiritual esta mostrando ser fatal, como si se pudiera proteger la biosfera mientras el alma de la humanidad perece.

“El despertar espiritual” significa, en última instancia, inculcar amor y sabiduría en los corazones y mentes de la humanidad. Sin esta transformación, incluso las innovaciones sociales y ecológicas más prometedoras serán rápidamente superadas por la propagación del consumismo y por el rápido crecimiento de población en todo el globo. La transformación de la conciencia y de los valores ya no es un lujo reservado para unos pocos, sino que se ha convertido en un imperativo para las masas.


Afortunadamente, al lo largo de la década pasada, ha emergido una oleada de nuevas iniciativas comprometidas en crear un puente entre el cambio social y la práctica espiritual. Formas innovadoras de “espiritualidad socialmente comprometida” están surgiendo desde muchas direcciones a la vez. Grupos Budistas e Hinduistas, que anteriormente estaban únicamente entregados a disciplinas contemplativas, están saliendo a la calle, a la vez que líderes del cambio social se están sentando en su cojín de meditación cada vez en mayor número. La espiritualidad socialmente comprometida no es nueva, aunque esta recibiendo renovada atención. El Upanishad Isha, una antigua escritura Hindú, previene contra los peligros de una vida dedicada únicamente a la meditación, o solamente a la acción, y ensalza las virtudes de una vida dedicada a ambas,
acción y meditación.

Hoy en día nuevos pioneros de la espiritualidad socialmente comprometida están inspirando a millones de personas en el mundo. Muchos de estos pioneros enseñan como involucrarse en el mundo, y a la vez, como desapegarse de él, una ilustración perfecta de la espiritualidad socialmente comprometida.

Hay muchos ejemplos en oriente: El maestro budista Sulak Sivaraksa revolucionó la reforma social y la práctica budista en Tailandia, Laos y Burma. El Maestro Zen vietnamita Thich Nhat Hanh fue un activista instrumental por la paz durante la Guerra en Vietnam. Swami Agnivesh liberó a miles de trabajadores esclavos y un gran etcétera.

Las raíces de la espiritualidad socialmente comprometida son igualmente fuertes en las tradiciones Occidentales. Las profecías judías articulan el que fue quizás el más grande grito por la justicia y dignidad humanas de cualquier escritura. La fe Cristiana tiene una larga tradición de servicio espiritual. La misión de la Madre Teresa ha sido bien visible; e igualmente inspiradora es Dorothy Day, fundadora del movimiento Católico Trabajador que creó 185 “casas de auspicio” para los pobres y abordó la opresión social.

 

El Maestro Sikh Tara Singh remarcó una vez: “la Humanidad ha sobrevivido a la pobreza, pero me pregunto si podemos sobrevivir a la riqueza”.

 La espiritualidad socialmente comprometida ofrece la esperanza, no sólo de la supervivencia de la humanidad, sino la de su florecimiento. A medida que aprendemos a reemplazar las adquisiciones materiales con tesoros espirituales, nos alejamos de la extracción incesante de los recursos externos finitos, y nos volvemos hacia las fuentes infinitas que están dentro de nuestros propios corazones.



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