Violencia Escolar
Entrevista realizada al Dr Carlos Antonio Peñaloza Martínez (Médico Neurólogo) por parte de un grupo de estudiantes de Comunicación Social de la Universidad de Los Andes (Tachira-Venezuela).
Violencia
es cualquier palabra, mirada, seña o acto que hiere el cuerpo, sentimientos, o
propiedad de una persona. Conducta violenta sería aquel comportamiento que
implica una conducta clara intencionalmente agresiva que produce daño físico a
otra persona.
¿Cuál es el origen de la
Violencia?
No existe una causa única que explique el
comportamiento violento, pues depende de la historia personal de cada individuo
y tiene una base multifactorial donde confluyen factores genéticos-hereditarios,
ambientales (sociales y familiares). En ocasiones se debe a una enfermedad general
o neuropsiquiátrica de base.
Esto implica que detrás de un niño violento
hay un conjunto de factores que deben conocerse y abordarse simultáneamente:
revisar la salud física y emocional del niño; indagar acerca de las condiciones
físicas, emocionales y relacionales en el hogar, en la escuela y su medio
ambiente social, económico y cultural.
¿Cuál es el perfil de un
niño agresivo por motivos neurológico?
Aun cuando hay un perfil general de un niño
con tendencia a la agresividad o la violencia, vale decir: intolerancia,
impaciencia, impulsividad, hostilidad, egocentrismo (centrados en ellos mismos,
en sus propias necesidades, necesidad de ser tomado en cuenta y respetado), preferencia
de la agresión por sobre el diálogo a la hora de solucionar diferencias, irrespeto hacia los
derechos de los demás, acentuada tendencia a abusar de su fuerza, falta de
empatía, dificultad para ponerse en el lugar de los demás, intolerancia a la
frustración o a lidiar con obstáculos, dificultades para cumplir normas, malas
relaciones con el profesorado y otras figuras de autoridad, escasa capacidad de
autocrítica, ausencia de sentimiento de culpabilidad, uso del acoso a otros
como una forma de obtener protagonismo, etc., no hay un perfil característico
que determine que determinado niño es violento por una causa neurológica.
Si hay ciertas señales que pueden orientar
acerca de la posibilidad de existir una enfermedad neurológica involucrada y
por tanto, la necesidad de ser evaluado por un especialista neurólogo:
-
Presencia de antecedentes prenatales o
perinatales patológicos:
hemorragia durante el embarazo, consumo de alcohol o drogas por parte de la
madre, traumas obstétricos, parto complicado, bajo peso al nacer.
-
Presencia de antecedentes familiares
sugestivos: enfermedades
neuropsiquiátricas, padres con dificultad para el aprendizaje, violencia o
deserción escolar por parte de padres o hermanos, consumo de droga, alcohol o
violencia en la familia.
-
Antecedentes patológicos en el niño: traumas de cráneo, traumas emocionales,
hipoxia perinatal, alteraciones en su desarrollo psicomotor, dificultades en el
lenguaje o en el aprendizaje.
-
Presencia de síntomas en el niño tales como: dolores de cabeza, dolores de espalda,
mareos, pérdidas del conocimiento, debilidad muscular, trastornos del sueño,
dificultades para concentrarse, gran inquietud e impulsividad.
Es importante además acotar que hay algunos signos de mal pronóstico que deben ser
detectados en edades tempranas y que deben servir de base para proponer algún
tipo de intervención preventiva en un abordaje multidisciplinario y no
exclusivamente médico:
1.
Presencia
de conducta disocial infantil que incluya agresividad, impulsividad y problemas
en la escuela.
2.
Bajo
rendimiento académico.
3.
Presencia
de delincuencia familiar.
4. Pobreza
familiar, con escasos ingresos, familias excesivamente numerosas, desempleo,
malas condiciones de la vivienda.
5.
Métodos
de educación y crianza no apropiados con disciplina violenta, pobre
supervisión, conflictos entre los padres y separación conyugal.
¿Cuáles son las
causas principales de la agresión infantil?
FACTORES BIOLOGICOS
(CAUSAS NEUROPSIQUIATRICAS):
-
Genética (actualmente en estudio): niños portadores de anomalías genéticas que
se relacionan con cambios neuroquímicos y/o neurofisiológicos que generen
reacciones conductuales desproporcionadas, comportamiento disocial o
personalidad psicopática. Entre los cambios cerebrales detectados se describe:
sobre estimulación de la amígdala cerebral (lugar del cerebro donde se generan
los impulsos), con disminución del “freno”
del lóbulo frontal y prefrontal (lugar de la empatía y del arrepentimiento).
-
Enfermedades en el niño que
puedan manifestarse clínicamente como agresividad o impulsividad que puedan
tender a la violencia, entre las cuales se describe:
-
Déficit
de atención con hiperactividad
-
Trastorno
oposicionista desafiante
-
Traumas
de cráneo
-
Trastornos
de ansiedad
-
Secuelas
cognitivas de antiguas enfermedades cerebrales.
-
Alteraciones
en la vida intrauterina. Ejemplo: alcoholismo o drogadicción materna durante el
embarazo.
-
En el
adolescente: consumo de alcohol o droga.
FACTORES AMBIENTALES
(CAUSAS PSICOLOGICAS Y SOCIOFAMILIARES):
-
Aprendizaje por observación: convivencia en hogares conflictivos donde el
niño tiende a imitar las actitudes de los adultos que constituyen figuras
primarias o de relevancia. Acá se incluyen los programas de TV con temáticas
violentas.
-
Carencias afectivas y/o socioeconómicas.
-
Hogares disfuncionales, conflictos de pareja o separación conyugal.
-
Niños con patrones de sobreprotección o de
abandono.
-
Hacinamiento
-
Falta de comunicación en el hogar
-
Modelo educativo inadecuado que oscila entre la excesiva dureza y
agresividad, hasta la negligencia y abandono con conductas punitivas
desproporcionadas y falta de supervisión.
¿Cuáles son las
consecuencias de un niño agresivo a nivel neurológico?
La principal consecuencia es el riesgo de
mantener este comportamiento en la adolescencia y en la vida adulta con los problemas
asociados: adicciones, personalidad disocial o antisocial, delincuencia, problemas
con la justicia, homicidio y/o suicidio, prisión, conflictos laborales, maltrato
a la familia, conflictos y violencia en el hogar, perversiones sexuales, etc.
También está el riesgo a mantener una
enfermedad en la vida adulta que pudo haber sido atendida y tratada en la
infancia. Esto incluye enfermedades neuropsiquiátricas tales como el déficit de
atención con hiperactividad-impulsividad, la epilepsia, los trastornos de
ansiedad, la psicosis, entre otros.
¿Cuáles son las
soluciones para con un niño agresivo?
Si la agresividad y la violencia es de origen
multifactorial, entonces el abordaje es igualmente colaborativo y multidisciplinario,
que involucra a los padres, docentes, médicos, las autoridades y la sociedad en
general.
1.- La
familia está primero. La principal
respuesta a la violencia escolar esta en los padres. Con frecuencia los adultos
no enseñamos a nuestros niños y jóvenes a resolver sus conflictos
pacíficamente. Hay cifras que así lo indican: uno de cada cuatro hogares sufre
de la violencia intrafamiliar; casi un 70% de los niños reconocen haber sido
objeto de maltrato por parte de sus padres o familiares más cercanos.
2.- Acudir
a los especialistas.
Asesorarse con los profesionales médicos para descartar bases orgánicas de la
agresividad en ese niño y emplear estrategias de tratamiento dirigidas bien sea
a una causa específica (de haberla) o a mejorar áreas involucradas tales como
la atención, el control de impulsos, el humor, la capacidad cognitiva, entre
otros.
3.- En
la escuela: hacer
adaptaciones curriculares acordes a los nuevos tiempos que hoy se vive en el
mundo. El qué aprenden y el cómo aprenden nuestros niños tiene efecto sobre el
conocimiento y los valores, base de la convivencia. Entre las propuestas para
crear modelos de educación más dinámicos, creativos, conscientes y divertidos
se mencionan: utilizar lecturas que tenga como fin la reflexión, los valores y
las virtudes, incentivar actividades y juegos que aporten en desarrollar correctas
relaciones humanas, manejo de las emociones, canalización de inquietudes, favorecer
la solidaridad y el apoyo mutuo, potencializar el apoyo de responsabilidades
entre los miembros de un grupo, asumiendo un juego de roles. Crear campañas en
las escuelas tales como: “la promesa de
la paz”, “el mes de la amabilidad”,
“el mes de la gratitud”, etc. Es
preciso incursionar en las distintas áreas de la educación para la ciudadanía,
fomentada desde los primeros niveles de primaria hasta niveles universitarios;
por lo que se deben establecer espacios académicos para llevar a cabo
actividades de convivencia en las instituciones educativas.
4.- Las
autoridades y la sociedad en general: apertura de más espacios de expresión de la cultura
juvenil y ocupación del tiempo libre. Los colegios abiertos, en horario
extraescolar a numerosas actividades culturales, deportivas, de servicio a la
comunidad, se convierten en punto de encuentro entre adultos y jóvenes y en alternativas
a las calles y sus tentaciones. Incentivar los espacios de arte y recreación
para los niños con la orientación y supervisión debida: ejemplo: clubes
deportivos, grupos de música, orquesta, arte y pintura, juegos ecológicos,
grupos de lecturas, cine-foro, teatro, aulas de conciencia, clubes de virtudes,
etc.
OTRAS PROPUESTAS:
- Enseñar
a los niños a meditar y a orar, herramientas que ayudan a conocerse a si
mismos, conocer sus defectos y aprender estrategias para transformar los defectos
en virtudes.
-
Promover tanto en las escuelas como en las comunidades proyectos encaminados a
disminuir actitudes de agresividad, en donde se generen programas de valores y
virtudes, facilitar herramientas prácticas del manejo de emociones primarias
como la ira y el miedo, procesos de mediación que involucren actividades como:
juego de roles, simulaciones, resolución de conflictos, capacidad de compromiso
con el ambiente, desarrollo de autoestima y dialogo.
-
Programas de capacitación y formación a padres y docentes en valores y
virtudes, manejo del pensamiento positivo, resolución de conflictos, armonía
familiar, etc.
-
Se deben fortalecer espacios de orientación psicológica y consejos de
convivencia en las comunidades e instituciones educativas que permitan
canalizar la energía, seguir procesos de mediación a través de estrategias
eficaces y respetuosas con todos los miembros de una comunidad.
-
Establecer redes de apoyo colectivas entre instituciones y comunidades dado que
el compartir experiencias desde diferentes contextos puede servir de apoyo a
otras situaciones frente a la violencia escolar.
¿Qué recomendaciones
daría a los padres de niños agresivos?
1-
Hacer una introspección revisión interna de ellos mismos durante el
tiempo de su propia niñez, con el fin de observar cuales aspectos del
comportamiento del niño le recuerdan los conflictos y carencias de su propia
niñez. Esto con el fin de sanar sus propias heridas del pasado y no
trasladarlas al presente en forma de agresión o sobreprotección hacia los
hijos.
2-
Si tú cambias, tu hogar cambia y tus hijos
cambian. Ver la dimensión del
cambio positivo en el padre que ayude a que los hijos puedan ver un modelo de
virtudes digno de ser copiado. Para ello, él o los padres, deben reconocer los
malos hábitos en ellos mismos (incluyendo las reacciones de ira, resentimiento,
conflicto y odio hacia otros) y transformarlos en valores, buenos hábitos y
correctas relaciones humanas.
3-
Ampliar el enfoque. Evitar enfocarse solo en el niño como “problema” y ver la situación de un modo
amplio. ¿El niño es causa de los problemas? o ¿es consecuencia de las conductas
y situaciones vividas en el hogar?. Esto con el fin de hacer los correctivos
oportunos.
4-
La Comunicación. Aprender como padres a comunicarnos correctamente con
los demás, a solucionar diferencias mediante el diálogo y no mediante la
violencia. Esto incluye la relación con nuestra pareja y con nuestros hijos.
Hacer frecuentes reuniones familiares donde existan espacios de diálogo para
resolver diferencias, poner claras las reglas del hogar e incentivar los
valores de la familia. En estas reuniones el niño debe sentir que puede
expresar libremente sus ideas, deseos y malestares.
5-
Dialogar antes de castigar. Nunca es bueno tratar de solucionar los
problemas de violencia con más violencia ya que puede ser contraproducente y
aumentar la ocurrencia de estas conductas violentas, pues el niño busca
atención y es la manera que aprendió para obtenerla. Lo que es castigo para
unos puede ser un reforzamiento para otros.
6-
Fomentar desde el ejemplo el respeto hacia
todo ser vivo. Procurar
actividades en familia al aire libre, que incluya paseos al parque, el campo o
la montaña para apreciar la naturaleza, la cual siempre conmueve y estimula
nuestras áreas sensibles como seres humanos. Hacer contacto con animales que
inspiren ternura y necesidad de cuido.
7-
Interesarse realmente en las necesidades del
niño. Estar dispuesto a
escucharlos y orientarlos.
8-
Dedicarle tiempo a la familia. Hacer una revisión de la calidad y cantidad
del tiempo que se le está dedicando a la familia. Hacer los ajustes necesarios
para que la familia sea una prioridad.
9-
Supervisión y moderación.
procurarle a su hijo un estilo de
vida saludable en donde se pueda supervisar los diferentes horarios de ir a
dormir, de uso de TV y computador, revisar el contenido de programación y
películas a ver, moderación en la alimentación evitando el exceso de
carbohidratos (dulces) y alimentos “chatarra” o sintéticos que tiende a
incrementar la intranquilidad e impulsividad. Incluir actividades deportivas o
relacionadas con el arte en su estilo de vida, sin llegar a un nivel extremo
que genere estrés en el niño.
10-
Acudir a los especialistas (médico, psicólogo, docente orientador) para
hallar la verdadera causa de las conductas del niño y establecer un plan de
acción para corregir la causa. Los medicamentos suelen ser solo parte de la
solución pues serán incompletos si solo medicamos y no atendemos la situación
que se viven dentro del seno familiar o en los ambientes escolares.